Era 1989, y la ciudad de Sttutgart en Alemania se preparaba para recibir la gran exposición retrospectiva donde el gran Dalí presentaría algunas de sus obras maestras.
María no podía perderse esta oportunidad de ir a ver su amante y héroe que visitaba su ciudad; ¿Pero como?, como podría María obtener el dinero para asistir a este gran evento y de manera presentable; -imposible- pensaba ella. Su cabeza se veía consumida en pensamientos de fantasía y depresión. La imaginación de la inocente doncella empezó a crear cuentos con un príncipe anarquista que se veían derrumbadas en el momento del beso por su misma relación con la monarquía.
Moscas más limpias que la gente,
bigotes de naturaleza florida y colores reales
esa cabeza que atrae por algo más que su pelo,
y una capa que lo eleva al cielo cuando autoridades
buscan recuperar la imagen del mundo actual.
Oh, Dalí.
Tu dinero, tu caballerosidad, tu arte es la puerta
no solo a un mundo, sino a nuestro mundo.
Oh, respetable señor,
El viento que lleva las moscas de praderas in-humanas
quiero que golpee mis labios contemporáneos a los tuyos,
quiero pasar moscas de boca en boca y con tu pincel
de pronto pintar mi desnudes con un poco de ropa, tiempo,
un elefante, tu belleza y el signo del dolar en el precio.
Oh, Dalí,
Ser eterno, que vives en mi memoria,
hoy vivo y mañana muerto.
Melodía que acompañaba de fondo las fantasías de María, mientras su vagina se humedecía tanto que su ropa se desvaneció en los minutos de orgasmos, y convoco a Dalí con piel desnuda y algo más que las puertas de su mente abiertas.
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