7/04/2011

15 minutos de locura con la muerte

En una pradera desconocida en medio de ese país al que todos temen y por ende olvidan se encuentra una casa completamente alejada de la actual tecnología, avances científicos, no hay agua, no hay electricidad, no hay nada si no paredes, techo y suelo rustico. En ese lugar me encuentro yo, solo, excitado por el reto pero a la vez petrificado por los ruidos de depredadores hambrientos y las presencias invisibles que se hacen notar cada cierto tiempo como vientos que me congelan el rostro grabando así mi expresión de desesperado por unos cinco minutos más. No sé porque estoy aquí, desconozco el manantial de mi estupidez, pensaba que ya estaba seco, que ya había estado en intimidad conmigo lo suficiente para amarme y conocerme, pero no es así, mi sola presencia me incomoda, las voces de mi cerebro en batallado revientan mis tímpanos que intentan aprovechar el momento de silencio natural para descansar en meditación, pero se les es imposible, y yo me estoy enloqueciendo. El sol desesperado por follar empieza a esconderse para buscar fallidamente a la luna, y el naranja en las hojas empieza a oscurecer, que miedo. Ya no me soporto, ya no me tolero, mi cabeza es mi enemigo, no me quiero tranquilo y me atormento con pensamientos contradictorios que atentan contra mi dignidad y este lugar de mierda me acosa, cada vez me rodea más, es claustrofóbico, en este momento una caja de mudanza me seria más cómoda y espaciosa que este torturante asesino rural. La luna escapo al sol, pero este la alcanza con su luz a su perfil derecho, esa esquinita de luz es mi visión, es lo único que no me permite caer preso de la oscuridad absoluta, de la inutilidad de los parpados, del sueño obligado. No puedo más, esto es in-humano, cada vez hay más miradas picoteándome el cuerpo, los insectos ya me colonizaron, que paranoia, ¡Me quieren matar! No lo permitiré, no permitiré que nadie me mate, yo soy un Dios en esta jungla, yo soy invencible y nadie puede matarme, es más soy tan invencible que ni aunque quisiera podría ser asesinado, que obstinado fui al asustarme de estos arbolitos y sombritas. Otro chiflón congelante, que incomodo lugar, ojala le pudiera sacar algún provecho, quizá de tumba. Voy a infíltrame entre los árboles para ver que pasa, no, que miedo, mejor me mato antes de que me maten, perdón Dios, hay voy a tu costado con esta roca que romperá mi cráneo abriendo una grieta por la que escape mi alma para acompañarte y servirte como tu hijo que siempre he sido.

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