4/26/2010

Al final de la tercera

El sueño sube las palmeras,
se filtra entre los cocos, que
como no es de costumbre
su pelaje es solo superior.

Llovían vidrios iluminados,
la cuenta de luz dolía:
¡No hay aspirina!, -Dolía-.

Se varía el camino alterno,
ahora veo que dormir no es mi sueño,
puesto que para poder soñar
el coco a su palmera ha de regresar.

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