Cada vez me gusta más el pacto de soledad terrenal, me da fuerza eh incluso me incita a borrar la palabra soledad de la cotidianidad. Ya no quiero fumar, ahora prefiero la inconciencia, el alcohol, los productos de supervivencia babilónicos; son legales. Mi hogar ya no existe; aun poseo mi lugar, pero ya no es mío, ahora es de todos; aun poseo la ansiedad, pero ya no es la que manda, ahora yo la convoco; aun poseo mi familia, amigos, mujer, pero ya no son míos, ahora son de todos menos míos; y aun tengo un ser que consuela y acompaña, le gusta caminar en cuatro patas, comer ratas urbanas que vuelan y hoy atacó a su hermano genético procedente del pedacito de tierra que me acogió como su nativo ciudadano al momento de mi última reencarnación.
Ahora veo los cuerpos como realmente son, egoístas, y lo único que me ayuda a tolerarlo es el pensar que entre tanta carne, entre tanto sexo también hay un alma; nunca eh perdido la esperanza de sacar la humanidad de la mortalidad, en mi experiencia pensé haberlo hecho con muchas personas pero ahora me doy cuenta que no lo logre con ninguna.
Me alegró de ser un turista en el planeta, un espíritu que vino, observa y aprende; luego me iré y podré sentir ese calor de hogar que tanto extraño y no tendre que pensar en regresar no solo a la Lima gris sino que tampoco a la nublada Tierra. No me despido aun porque mis ángeles me han dicho que me queda mucho camino solitario y tengo las almas compañeras que me calientan las manos en la noche para que cesen los llantos humanos.
En este momento no hay cuerpos a la redonda, solo energía, energía compañera. Gracias ángeles y ancestros maestros, hoy los esperare como siempre en mis sueños para planear el siguiente bloque del camino que me ayudan a trazar; gracias Dios, gracias naturaleza, gracias Goofy, gracias madre y gracias a la vida que algún día termina.
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